Cuando hablamos del significado,
tenemos que tener en cuenta que no es una propiedad intrínseca de ningún
objeto, sino que somos los seres humanos los que le damos significado a las
cosas.
El filósofo moderno Thomas Nagel escribió que el ser humano es capaz de
mirar la vida desde dentro y también desde fuera y precisamente el hecho de que
podamos adoptar un punto de vista objetivo es lo que hace que la vida pueda
parecer absurda. Explica Nagel que, desde un punto de vista subjetivo, están
presentes las condiciones que hacen que la vida tenga sentido (la felicidad y
la desgracia, el logro y el fracaso, el amor y la soledad). Es decir, no se
puede encontrar un significado objetivo a aquello que es una experiencia
subjetiva.
A veces, esta pregunta acerca del
significado de la vida, nos lleva directamente a otra: ¿hacia dónde nos
dirigimos en nuestra vida, cuál es nuestro propósito o meta en la vida? Al
hacer esta pregunta dejamos de ver nuestra vida como una sucesión de hechos aislados
para verla desde una perspectiva más amplia e integradora. No nos centramos
sólo en el momento actual, el hoy y el ahora, y el dolor que podemos estar
sintiendo en este momento, sino que tenemos presente también nuestro pasado y
nuestro futuro, observando el momento actual como un eslabón de una larga
cadena o camino que nos está llevando a alguna parte y cuyo significado es más
visible al observar la vida en su conjunto, como cuando miramos al pasado
recordando la experiencia de una dura crisis y vemos que aquellos meses o años
tan difíciles tuvieron sentido, nos llevaron a alguna parte, nos empujaron a
hacer cambios fundamentales, nos enseñaron algo que debíamos aprender o nos
hicieron más fuertes, más sabios, más prudentes.
Pero, ¿por qué nos hacemos estas
preguntas? A veces la causa es una especie de angustia existencial, una
insatisfacción, un estado de depresión y tristeza, de falta de significado. En
definitiva, el dolor es con frecuencia el que lleva a una persona a plantearse
una pregunta como esta, porque de algún modo, intuye que, si encuentra la
respuesta, encontrará también un poco de alivio y paz. Por este motivo, las
preguntas filosóficas, incluso el simple hecho de buscar una respuesta, aún sin
encontrarla, tienen un efecto terapéutico y saludable porque nos sacan de la
superficie (y la superficialidad) de esta sociedad para adentrarnos un poco más
en nosotros mismos y nuestra sabiduría interior.
A veces, la pregunta es: "¿Por
qué tengo que soportar estas desgracias que estoy viviendo? ¿Qué sentido tiene?
¿Cuál es su significado, si es que lo tiene?" De nuevo, podemos caer en el
error de pretender buscar un significado objetivo, como si ese suceso en sí
tuviese un significado intrínseco, porque entonces jamás lo encontraremos y la
respuesta será siempre: "No tiene sentido ni significado alguno".
Al contrario, ese significado que
tanto anhelamos hemos de dárselo nosotros, porque somos constantes
constructores de nosotros mismos, creamos significado, damos sentido a los
sucesos, y en ese acto creativo y voluntario de dotar de significado a los
acontecimientos de nuestras vidas es como vamos creciendo, nos vamos
construyendo, y vamos aprovechando todos y cada uno de los acontecimientos
vividos para que nos sirvan como ladrillos en nuestra obra: la construcción de
nosotros mismos.
Si decides utilizar todos y cada
uno los materiales que encuentras en tu camino para construir una casa,
entonces no podrás decir que esos materiales no han servido para nada o no
tienen sentido. Si en vez de usarlos, los desechas argumentando que son
inservibles, feos o sucios, entonces serán material de desecho.
Debido a una enfermedad crónica y
debilitante, Lucía tuvo que renunciar al trabajo que hasta entonces había dado
sentido a su vida. Se encontraba en un estado altamente depresivo y suicida,
pues su vida le parecía absurda y sin sentido. Por eso, a veces la pregunta que
una persona se hace es "¿Por qué molestarme en vivir esta vida sin sentido
que tanto dolor me produce?" Pero esta pregunta no busca una respuesta al
significado de la vida, sino una respuesta a la pregunta de cómo reducir el
dolor. El problema es que sólo obtenemos la respuesta adecuada cuando hacemos la
pregunta correcta. Si sólo te centras en el momento presente, en tu
dolor aquí y ahora y te preguntas desesperadamente cómo hacerlo desaparecer, es
posible que no encuentres ninguna respuesta. En cambio, si, como decíamos más
arriba, dejas de centrarte en este momento concreto y observas tu vida como un
todo (incluyendo el pasado y lo que está por llegar) entonces tal vez te
preguntas: "¿Cómo puedo dotar de sentido a esto que me está pasando? ¿Qué
sentido quiero darle a mi vida en general y cómo se relaciona esto que me está
pasando con ese sentido? ¿Cómo puedo utilizar esta etapa dolorosa para crecer en
aquello que da sentido a mi vida?
Muchas personas suelen responder
que lo que da sentido a sus vidas es, sobre todo, el amor. Al perder un amor,
pueden preguntarse, "¿Para qué vivir así, si nada tiene sentido sin este amor?"
Esta sería la pregunta incorrecta, que no trae más respuesta que la destrucción
y la muerte. En cambio, la pregunta adecuada sería: "Si el amor es algo
que da sentido a mi vida, ¿cómo puedo dotar de significado a esta pérdida de un
amor, cómo puede esta pérdida ayudarme a crecer en lo que al amor respecta?
¿Qué necesito aprender acerca del amor?" Después de todo, si el amor es
tan importante para esta persona, ¿no es razonable pensar que quiera aprender
más de él, que quiera vivirlo de un modo sano, sincero, auténtico, libre, sin
miedos? ¿Y acaso puede aprender a hacer todo esto sin conocer todos los
aspectos del amor, incluido el dolor de la pérdida, hasta haber aprendido de
cada aspecto todo aquello que necesite aprender?
Cuando algo es muy importante para
nosotros, nos vemos empujados y deseamos aprender todo lo posible acerca de
eso. Aprender significa conocer todos los aspectos de algo, significa superar
pruebas, verlo desde diferentes perspectivas, sentirlo desde todas las
emociones.
Por eso, la persona para quien más
importante es el amor, será la que más variadas e intensas emociones y
experiencias viva por amor (incluyendo tanto el dolor como la felicidad) y todo ese conjunto de
emociones, vivencias y experiencias son las que podrían enseñarle lo que de
verdad es el amor y llevar a esa persona a crecer en esa dimensión de sí misma,
de manera que cuanto más capaz sea de dotar de sentido a sus experiencias,
mayor será su crecimiento y más implicada estará en la construcción de sí
misma.
Lic. Ana Muñoz
psicóloga