¿Cuál es la meta, el propósito de mí vida?
Cuando una persona se
siente libre de amenazas y dueño de su elección, expone orientaciones y metas
que presentan ciertos elementos fundamentales. Poco a poco tienden a abandonar
la actitud de ocultar su verdadero sí mismo y a comportarse de acuerdo con las
expectativas ajenas. En su movimiento característico, la persona se permite ser
libremente el proceso cambiante y fluido que él es. Se aproxima hacia una
apertura confiada a lo que sucede en su interior; aprende a escucharse. Esto
significa que se convierte en una armonía de sensaciones y reacciones complejas
y abandona la claridad y simplicidad de la rigidez.
Al aumentar la aceptación de su ser como tal (is-ness), comienza a
aceptar a los demás de la misma manera atenta y comprensiva. Confía en sus
complejos procesos internos y los valoriza a medida que se abren camino hacia
la expresión. Es realista en sentido creativo y creativo en sentido realista.
Descubre que ser este proceso en sí mismo significa llevar al máximo sus
propias posibilidades de cambio y desarrollo. En cada momento descubre que ser
su verdadero sí mismo en este sentido fluido no es sinónimo de maldad ni de
falta absoluta de control; en cambio, se siente orgulloso de ser un hombre
sensible, abierto, realista y orientado hacia su propio interior, que se adapta
con valor e imaginación a las complejidades de una situación cambiante. Su
experiencia lo lleva a lograr, en su conciencia y expresión, la armonía y
congruencia con todas sus reacciones orgánicas.
Para decirlo con las palabras, más bellas, de Kierkegaard, significa:
Espero haber
dejado en claro que se trata de un paso que no resulta fácil dar y que el
movimiento en esta dirección casi nunca se completa. Es un modo de vida
constante.
Para decirlo con las palabras, más bellas, de Kierkegaard, significa:
“Ser la persona que uno realmente es”
Admito que el modo de vida que acabo de esbozar es una elección de
valor que indudablemente discrepa con los objetivos de conducta que
generalmente se eligen o persiguen. No obstante, puesto que este concepto surge
de individuos cuya libertad de elección es mayor que la habitual y parece
expresar una tendencia uniforme en todos ellos, lo ofrezco a la consideración
del lector.
La vida plena es
un proceso, no una situación estática.Es una orientación, no un destino.
La orientación que constituye una vida plena es elegida por el
organismo en su totalidad siempre que disfrute de una libertad psicológica que
le permita moverse en cualquier dirección.
Esta orientación, seleccionada organísmicamente, parece tener ciertas
cualidades generales discernibles, comunes a una amplia gama de individuos
únicos.
Puedo integrar estas afirmaciones en una definición que al menos sirva
como base para el análisis: Desde el punto de vista de mi experiencia, una vida
plena es el proceso de movimiento en una dirección que el organismo humano
elige cuando interiormente es libre de moverse en cualquier sentido; las
cualidades generales de la orientación elegida parecen tener cierta
universalidad.
La última implicación que deseo mencionar es que este proceso de vivir
una vida plena abarca un espectro más amplio y supone mayor riqueza que la vida
mezquina de la mayoría de nosotros. Ser parte de este proceso significa que uno
se embarca en la experiencia de vivir más sensiblemente; ésta es una empresa
que muchas veces asusta y otras tantas satisface, pero que en definitiva
implica mayor riqueza y variedad. Pienso que las personas que intentan vivir
plenamente viven más íntimamente sus sentimientos de dolor, pero también
disfrutan más de sus satisfacciones; sienten el odio con mayor claridad, pero
también el amor; el miedo es una experiencia que conocen más profundamente,
pero también lo es el coraje. La razón por la que pueden llevar una vida plena
reside en la confianza que poseen en sí mismos como instrumentos idóneos para
enfrentar la vida.
El individuo adquiere mayor capacidad de escucharse a sí mismo y experimentar lo que ocurre en su interior; se abre a sus sentimientos de miedo, desánimo y dolor, así como a los de coraje, ternura y pánico. Puede percibir sus sentimientos y vivirlo subjetivamente, tal como existen en él.
En el proceso de una vida plena la persona posee una mayor tendencia a vivir integramente cada momento de su existencia, que es único, irrepetible e irreproducible. Emplea todos sus recursos orgánicos para captar la situación externa e interna, con toda la precisión de que es capaz, utiliza de manera consciente toda la información que sus sistema nervioso puede suministrarle.
El individuo adquiere mayor capacidad de escucharse a sí mismo y experimentar lo que ocurre en su interior; se abre a sus sentimientos de miedo, desánimo y dolor, así como a los de coraje, ternura y pánico. Puede percibir sus sentimientos y vivirlo subjetivamente, tal como existen en él.
En el proceso de una vida plena la persona posee una mayor tendencia a vivir integramente cada momento de su existencia, que es único, irrepetible e irreproducible. Emplea todos sus recursos orgánicos para captar la situación externa e interna, con toda la precisión de que es capaz, utiliza de manera consciente toda la información que sus sistema nervioso puede suministrarle.
Los calificativos tales como feliz, resignado, bienaventurado o
satisfecho no me parecen apropiados para la descripción general de este proceso
que he denominado una vida plena, aun cuando la persona que se halla embarcada
en él experimente cada uno de estos sentimientos en un momento dado. Los
adjetivos que me parecen más adecuados son enriquecedor, estimulante,
gratificante, inquietante, significativo. Estoy convencido de que este proceso
de la vida plena no es para cobardes, ya que convertirse en las propias
potencialidades significa crecer, e implica el coraje de ser y sumergirse de
lleno en el torrente de la vida. A pesar de esto, resulta profundamente
estimulante ver que cuando el ser humano disfruta de libertad interior, elige
como la vida más satisfactoria este proceso de llegar a ser.
Dr. Carl Rogers