10.7.14

EL PROCESO DE SER PERSONA



¿Cuál es la meta, el propósito de mí vida?




Cuando una persona se siente libre de amenazas y dueño de su elección, expone orientaciones y metas que presentan ciertos elementos fundamentales. Poco a poco tienden a abandonar la actitud de ocultar su verdadero sí mismo y a comportarse de acuerdo con las expectativas ajenas. En su movimiento característico, la persona se permite ser libremente el proceso cambiante y fluido que él es. Se aproxima hacia una apertura confiada a lo que sucede en su interior; aprende a escucharse. Esto significa que se convierte en una armonía de sensaciones y reacciones complejas y abandona la claridad y simplicidad de la rigidez.                
Al aumentar la aceptación de su ser como tal (is-ness), comienza a aceptar a los demás de la misma manera atenta y comprensiva. Confía en sus complejos procesos internos y los valoriza a medida que se abren camino hacia la expresión. Es realista en sentido creativo y creativo en sentido realista. Descubre que ser este proceso en sí mismo significa llevar al máximo sus propias posibilidades de cambio y desarrollo. En cada momento descubre que ser su verdadero sí mismo en este sentido fluido no es sinónimo de maldad ni de falta absoluta de control; en cambio, se siente orgulloso de ser un hombre sensible, abierto, realista y orientado hacia su propio interior, que se adapta con valor e imaginación a las complejidades de una situación cambiante. Su experiencia lo lleva a lograr, en su conciencia y expresión, la armonía y congruencia con todas sus reacciones orgánicas. 
Para decirlo con las palabras, más bellas, de Kierkegaard, significa: 


 “Ser la persona que uno realmente es”

 Espero haber dejado en claro que se trata de un paso que no resulta fácil dar y que el movimiento en esta dirección casi nunca se completa. Es un modo de vida constante.
Admito que el modo de vida que acabo de esbozar es una elección de valor que indudablemente discrepa con los objetivos de conducta que generalmente se eligen o persiguen. No obstante, puesto que este concepto surge de individuos cuya libertad de elección es mayor que la habitual y parece expresar una tendencia uniforme en todos ellos, lo ofrezco a la consideración del lector.

La vida plena es un proceso, no una situación estática.Es una orientación, no un destino.
La orientación que constituye una vida plena es elegida por el organismo en su totalidad siempre que disfrute de una libertad psicológica que le permita moverse en cualquier dirección.     
Esta orientación, seleccionada organísmicamente, parece tener ciertas cualidades generales discernibles, comunes a una amplia gama de individuos únicos.
Puedo integrar estas afirmaciones en una definición que al menos sirva como base para el análisis: Desde el punto de vista de mi experiencia, una vida plena es el proceso de movimiento en una dirección que el organismo humano elige cuando interiormente es libre de moverse en cualquier sentido; las cualidades generales de la orientación elegida parecen tener cierta universalidad.
La última implicación que deseo mencionar es que este proceso de vivir una vida plena abarca un espectro más amplio y supone mayor riqueza que la vida mezquina de la mayoría de nosotros. Ser parte de este proceso significa que uno se embarca en la experiencia de vivir más sensiblemente; ésta es una empresa que muchas veces asusta y otras tantas satisface, pero que en definitiva implica mayor riqueza y variedad. Pienso que las personas que intentan vivir plenamente viven más íntimamente sus sentimientos de dolor, pero también disfrutan más de sus satisfacciones; sienten el odio con mayor claridad, pero también el amor; el miedo es una experiencia que conocen más profundamente, pero también lo es el coraje. La razón por la que pueden llevar una vida plena reside en la confianza que poseen en sí mismos como instrumentos idóneos para enfrentar la vida.
El individuo adquiere mayor capacidad de escucharse a sí mismo y experimentar lo que ocurre en su interior; se abre a sus sentimientos de miedo, desánimo y dolor, así como a los de coraje, ternura y pánico. Puede percibir sus sentimientos y vivirlo subjetivamente, tal como existen en él.
En el proceso de una vida plena la persona posee una mayor tendencia a vivir integramente cada momento de su existencia, que es único, irrepetible e irreproducible. Emplea todos sus recursos orgánicos para captar la situación  externa e interna, con toda la precisión de que es capaz, utiliza de manera consciente toda la información que sus sistema nervioso puede suministrarle.
Los calificativos tales como feliz, resignado, bienaventurado o satisfecho no me parecen apropiados para la descripción general de este proceso que he denominado una vida plena, aun cuando la persona que se halla embarcada en él experimente cada uno de estos sentimientos en un momento dado. Los adjetivos que me parecen más adecuados son enriquecedor, estimulante, gratificante, inquietante, significativo. Estoy convencido de que este proceso de la vida plena no es para cobardes, ya que convertirse en las propias potencialidades significa crecer, e implica el coraje de ser y sumergirse de lleno en el torrente de la vida. A pesar de esto, resulta profundamente estimulante ver que cuando el ser humano disfruta de libertad interior, elige como la vida más satisfactoria este proceso de llegar a ser.

                                                                                                              Dr. Carl Rogers

EL VALOR DEL SER HUMANO



 En la segunda parte de la obra: "El misterio del Ser", del pensador y filósofo Gabriel Marcel, comienza con una pregunta ¿Qué es el Ser? Para responder, a esta pregunta comenzaremos definiendo: "El ser entendido desde la filosofía, es existencia, esencia, lo que no se identifica con la nada y es apto para existir, es decir, el Ser supremo, Dios".
Es así que, el Ser es inmostrable, no puede ser indicado y no podemos llegar a conocer su esencia. Pero, sí es posible llegar a sus aproximaciones. Como hemos podido observar, la concepción de ser ha ido perdiendo su verdadero significado, porque se ha querido captar intelectualmente para poder poseerla y dominarla a nuestra manera.
 Pero ¿Cómo se puede al menos aproximarnos a lo que es el ser? 


Gabriel Marcel señala, que la única manera de aprehender el ser tiene que ser por un conocimiento intransmisible, es decir, a través de la realidad (vida real). Donde quiera que hay ser hay presencia y donde no hay presencia no hay el ser, el ser diferencia del objeto porque éste puede ser considerado como ausencia o como presencia.
Por lo tanto: "Ens dicitur quasi esse habens" "El ser es lo que tiene el existir"
Sin embargo, no se puede confundir el ser con el tener, pues se correría el riesgo de objetivar al ser y perder su significado y su esencia. Además el mundo objetivado, es un mundo en el que el ser es relegado a segundo plano o simplemente se ha prescindido sencillamente de él.

Es por eso, nuevamente si queremos dar una definición precisa del ser, tendremos que decir que es difícil y que se puede dar desde un valor intrínseco. Una manera de alcanzar el ser es por medio de la participación, que son tres según Gabriel Marcel:

a).- El nivel de la encarnación: el hombre es espíritu encarnado, porque posee un cuerpo. El ser humano es una totalidad indivisible, es uno.
b).- El nivel de la comunión con los demás seres. Gabriel Marcel denomina a este nivel desde la intersubjetividad. Somos uno en la común unión con otros, los otros me muestran su ser y mi ser desde su mirada y acción.
c).- El nivel de la experiencia de la trascendencia. Este nivel sería el más elevado, porque la participación con el ser trascendente otorga un ensamblaje con lo real en grado sumo y esta experiencia  se da por medio de una experiencia metafísica. (ESPIRITUALIDAD)

Por lo tanto, su participación en ser trascendente se dará por medio de la fe, la esperanza y el amor De esta manera, el hombre cuanto más capaz se de reconocer el ser individual, más se orientará y se dirigirá hacia la aprehensión del ser en cuanto ser. Gabriel Marcel, da un ejemplo claro: que hoy en día, todo contribuye a arrancar al hombre su sentido de ser de ese su contacto viviente con lo inagotable que existe dentro de él y que además es la única fuente de plenitud y de alegría.

"No soy nada y no puedo nada por mí mismo sino en tanto soy, no sólo asistido, sino promovido al ser por aquel que es todo y lo puede todo".

El ser trascendente es el modo de participación más elevado, por lo tanto el hombre es un ser relacionado con la trascendencia divina, con el tú absoluto. Tal vez, ahora se puede responder a la pregunta ¿Qué soy yo?:
Sin dudarlo, nuestra existencia se sostiene en la presencia de un ser trascendente, del cual sólo participamos de su existencia. Todo consiste en vivir en la fe, en la esperanza y en el amor, en la presencia de cierto absoluto que debemos reconocer, aunque sea muy fuerte la tentación de rechazarlo.

“Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive”.