23.3.09

DOMINGO DE RESURRECCIÓN


La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Contempla los lugares donde Cristo se apareció después de Su Resurrección

Domingo de Resurrección
Domingo de Resurrección


Importancia de la fiesta

El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.

Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.

Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.

En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?

Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.

San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)

Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.

Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.

La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.

La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.

Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.

Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.

¿Cómo se celebra el Domingo de Pascua?

Se celebra con una Misa solemne en la cual se enciende el cirio pascual, que simboliza a Cristo resucitado, luz de todas las gentes.
En algunos lugares, muy de mañana, se lleva a cabo una procesión que se llama “del encuentro”. En ésta, un grupo de personas llevan la imagen de la Virgen y se encuentran con otro grupo de personas que llevan la imagen de Jesús resucitado, como símbolo de la alegría de ver vivo al Señor.

En algunos países, se acostumbra celebrar la alegría de la Resurrección escondiendo dulces en los jardines para que los niños pequeños los encuentren, con base en la leyenda del “conejo de pascua”.

La costumbre más extendida alrededor del mundo, para celebrar la Pascua, es la regalar huevos de dulce o chocolate a los niños y a los amigos.

A veces, ambas tradiciones se combinan y así, el buscar los huevitos escondidos simboliza la búsqueda de todo cristiano de Cristo resucitado.

La tradición de los “huevos de Pascua”

El origen de esta costumbre viene de los antiguos egipcios, quienes acostumbraban regalarse en ocasiones especiales, huevos decorados por ellos mismos. Los decoraban con pinturas que sacaban de las plantas y el mejor regalo era el huevo que estuviera mejor pintado. Ellos los ponían como adornos en sus casas.

Cuando Jesús se fue al cielo después de resucitar, los primeros cristianos fijaron una época del año, la Cuaresma, cuarenta días antes de la fiesta de Pascua, en la que todos los cristianos debían hacer sacrificios para limpiar su alma. Uno de estos sacrificios era no comer huevo durante la Cuaresma. Entonces, el día de Pascua, salían de sus casas con canastas de huevos para regalar a los demás cristianos. Todos se ponían muy contentos, pues con los huevos recordaban que estaban festejando la Pascua, la Resurrección de Jesús.

Uno de estos primeros cristianos, se acordó un día de Pascua, de lo que hacían los egipcios y se le ocurrió pintar los huevos que iba a regalar. A los demás cristianos les encantó la idea y la imitaron. Desde entonces, se regalan huevos de colores en Pascua para recordar que Jesús resucitó.
Poco a poco, otros cristianos tuvieron nuevas ideas, como hacer huevos de chocolate y de dulce para regalar en Pascua. Son esos los que regalamos hoy en día.

Leyenda del “conejo de Pascua”

Su origen se remonta a las fiestas anglosajonas pre-cristianas, cuando el conejo era el símbolo de la fertilidad asociado a la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril. Progresivamente, se fue incluyendo esta imagen a la Semana Santa y, a partir del siglo XIX, se empezaron a fabricar los muñecos de chocolate y azúcar en Alemania, esto dio orígen también a una curiosa leyenda que cuenta que, cuando metieron a Jesús al sepulcro que les había dado José de Arimatea, dentro de la cueva había un conejo escondido, que muy asustado veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto.

El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía preguntándose quien sería ese Señor a quien querían tanto todas las personas.

Así pasó mucho rato, viéndolo; pasó todo un día y toda una noche, cuando de pronto, el conejo vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca!

El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado.

Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría y así lo hizo.

Desde entonces, cuenta la leyenda, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordarle al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.

Sugerencias para vivir la fiesta

  • Contempla los lugares donde Cristo se apareció después de Su Resurrección EL CAMINO DE LA LUZ
  • , Fotos y meditaciones para aprovechar y rezar durante los días de Pascua.
  • Dibujar en una cartulina a Jesús resucitado

  • Adornar y rellenar cascarones de huevo y regalarlos a los vecinos y amigos explicándoles el significado.


  • Teresa Fernández
    Fuente Catholic Net

    SÁBADO SANTO

    Sábado Santo
    Jesús está sepultado. Es un día de reflexión y silencio.

    Sábado Santo
    Sábado Santo

    La Vigilia Pascual
    El sábado santo es un día de oración junto a la tumba esperando la resurrección. Es día de reflexión y silencio. Es la preparación para la celebración de la Vigilia Pascual




    Por la noche se lleva a cabo la celebración de la Vigilia Pascual. Dicha celebración tiene tres partes importantes que terminan con la Liturgia Eucarística:

    1. Celebración del fuego nuevo.
    2. Liturgia de la Palabra.
    3. Liturgia Bautismal.

    Era costumbre, durante los primeros siglos de la Iglesia, bautizar por la noche del Sábado Santo, a los que querían ser cristianos. Ellos se preparaban durante los cuarenta días de Cuaresma y acompañados por sus padrinos, ese día se presentaban para recibir el Bautismo.

    También, ese día los que hacían penitencia pública por sus faltas y pecados eran admitidos como miembros de la asamblea.
    Actualmente, la Vigilia Pascual conserva ese sentido y nos permite renovar nuestras promesas bautismales y acercarnos a la Iglesia con un espíritu renovado.

    a) Celebración del fuego nuevo:

    Al iniciar la celebración, el sacerdote apaga todas las luces de la Iglesia, enciende un fuego nuevo y con el que prende el cirio pascual, que representa a Jesús. Sobre el cirio, marca el año y las letras griegas "Alfa" y "Omega", que significan que Jesús es el principio y el fin del tiempo y que este año le pertenece.

    El sacerdote llevará a cabo la bendición del fuego. Luego de la procesión, en la que se van encendiendo las velas y las luces de la Iglesia, el sacerdote canta el Pregón Pascual.

    El Pregón Pascual es un poema muy antiguo (escrito alrededor del año 300) que proclama a Jesús como el fuego nuevo.

    b) Liturgia de la Palabra:

    Después de la Celebración del fuego nuevo, se sigue con la lectura de la Palabra de Dios. Se acostumbra leer siete lecturas, empezando con la Creación hasta llegar a la Resurrección.

    Una las lecturas más importantes es la del libro del Éxodo, en la que se relata el paso por el Mar Rojo, cómo Dios salvó a los israelitas de las tropas egipcias que los perseguían. Se recuerda que esta noche Dios nos salva por Jesús.

    c) Liturgia Bautismal:

    Suelen haber bautizos este día, pero aunque no los haya, se bendice la Pila bautismal o un recipiente que la represente y se recita la Letanía de los Santos. Esta letanía nos recuerda la comunión de intercesión que existe entre toda la familia de Dios. Las letanías nos permiten unirnos a la oración de toda la Iglesia en la tierra y la Iglesia triunfante, de los ángeles y santos del Cielo.

    El agua bendita es el símbolo que nos recuerda nuestro Bautismo. Es un símbolo que nos recuerda que con el agua del bautismo pasamos a formar parte de la familia de Dios.

    A todos los que ya estamos bautizados, esta liturgia nos invita a renovar nuestras promesas y compromisos bautismales: renunciar a Satanás, a sus seducciones y a sus obras. También, de confirmar nuestra entrega a Jesucristo.

    Sugerencias para vivir la fiesta

    Hay quienes acostumbran este día encender sus velas del bautismo y llevar un cirio pascual a la iglesia o agua bendita, para tener en sus hogares.


    Teresa Fernández

    Fuente Catholic Net


    VIERNES SANTO

    Viernes Santo
    Primera: Is 52, 13- 53,12; Salmo 30; Segunda: Hb 4-14-16; 5, 7-9; Evangelio: Jn 18, 1-19, 42
    Viernes Santo
    Viernes Santo


    Sagrada Escritura

    Primera: Is 52, 13- 53,12
    Salmo 30
    Segunda: Hb 4-14-16; 5, 7-9
    Evangelio: Jn 18, 1-19, 42






    Nexo entre las lecturas

    Las lecturas de la liturgia de este viernes santo se centran en el misterio de la Cruz. Misterio que no alcanzamos a agotar o a comprender plenamente, por más que reverentemente nos acerquemos a él. Sin embargo, en las lecturas de la celebración de la Pasión hay un elemento común, como bien anota Hans Urs von Balthasar : todo lo que aquí tiene lugar es “propter nos”, “a favor nuestro”. Todo lo que tiene lugar es expresión del maravilloso designio de salvación de Dios que ha hecho cosas grandes en favor de los hombres. El siervo de Yahveh de la primera lectura, prefiguración de Cristo, sufre de forma vicaria por su pueblo. “El castigo que nos trae la paz cayó sobre él y por sus llagas hemos sido curados”. El sumo sacerdote de la carta a los Hebreos, en la segunda lectura, se ofrece en medio de lágrimas y angustias y se convierte así en autor de nuestra salvación. El Rey de los judíos que nos muestra la pasión de san Juan “cumple en favor de los hombres todo lo que estaba de él escrito en la Sagrada Escritura”.

    Mensaje doctrinal

    1. Jesús acepta libremente el amor redentor del Padre. En el cuarto cántico del siervo de Yahveh leemos: “Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca”. Queda patente pues la libre decisión del siervo de ofrecerse en rescate por sus hermanos. Jesús, prefigurado en el cántico, acepta de modo libre y voluntario la misión que le ha correspondido en la salvación de los hombres. Podemos decir que hay un perfecto “acuerdo” entre el amor del Padre y su designio redentor, y el amor de Cristo y su plena disponibilidad al sacrificio.

    “Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, "los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1) porque "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15, 13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres (cf. Hb 2, 10. 17_18; 4, 15; 5, 7_9). En efecto, aceptó libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: "Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente" (Jn 10, 18). De aquí la soberana libertad del Hijo de Dios cuando él mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18, 4_6; Mt 26, 53). (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica 609).

    El cristiano está invitado a aceptar libremente la voluntad de Dios sobre él como un camino de redención y salvación. Es necesario mirar a Cristo y ver su hoja de ruta, su ejecutoria, para darse cuenta que la voluntad de Dios no es fácil de comprender, ni de vivir con fidelidad; sin embargo, no cabe duda que es una voluntad salvífica. “Dios quiere que todos los hombres se salven”. Cuando nos resistimos a aceptar la voluntad de Dios, sobre todo cuando ésta supone sacrificio, dolor y muerte, nos resistimos también a aceptar su amor. Cristo nos enseña que en la humilde, pero gozosa y fiel sumisión a la voluntad del Padre, se encuentra el camino del amor. Cristo mismo experimentó la sensación de abandono por parte del Padre en la cruz, Dios mío, Dios mío , ¿Por qué me has abandonado?

    “El grito de Jesús en la cruz, queridos hermanos y hermanas nos dice Juan Pablo II-, no delata la angustia de un desesperado, sino la oración del Hijo que ofrece su vida al Padre en el amor para la salvación de todos. Mientras se identifica con nuestro pecado, « abandonado » por el Padre, él se « abandona » en las manos del Padre. Fija sus ojos en el Padre. Precisamente por el conocimiento y la experiencia que sólo él tiene de Dios, incluso en este momento de oscuridad ve límpidamente la gravedad del pecado y sufre por esto. Sólo él, que ve al Padre y lo goza plenamente, valora profundamente qué significa resistir con el pecado a su amor. Antes aun, y mucho más que en el cuerpo, su pasión es sufrimiento atroz del alma. La tradición teológica no ha evitado preguntarse cómo Jesús pudiera vivir a la vez la unión profunda con el Padre, fuente naturalmente de alegría y felicidad, y la agonía hasta el grito de abandono. La copresencia de estas dos dimensiones aparentemente inconciliables está arraigada realmente en la profundidad insondable de la unión hipostática”. Novo Millennio Ineunte 26


    2. Jesús es entregado según el preciso designio de Dios. Es un misterio el designio preciso de Dios por el que Jesús es entregado al sufrimiento y a la muerte. “La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar, en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica S. Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: "fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios" (Hch 2, 23). Este lenguaje bíblico no significa que los que han "entregado a Jesús" (Hch 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios”. (Catecismo de la Iglesia Católica 599).

    Jesús es entregado según el designio de Dios, pero Jesús, al mismo tiempo hace oblación de sí mismo. Nadie le quita la vida, él la da por sí mismo. He aquí el “acuerdo” pleno de voluntades: la voluntad del Padre, la voluntad del Hijo.

    Es preciso que cada cristiano descubra en su propia vida el “designio preciso de Dios”, que lo medite en su corazón, que se adentre en la voluntad salvífica del Padre y que, como Cristo, preste su pleno consentimiento a la misión que se le encomienda. Cada uno tiene su tarea en la vida, tiene su misión que debe cumplir. Misión ardua, pero que si se realiza mirando a Cristo e imitándolo, se convierte en misión fecunda y plena de satisfacciones. No temamos la cruz que el Señor nos regala, pues es una cruz de amor. No temamos los golpes de Dios, pues son golpes de amor.


    Sugerencias pastorales

    1. El cumplimiento de la propia misión en el amor. La contemplación de Cristo muerto en cruz nos confunde, pero al mismo tiempo nos adentra en el amor y en el sentido de la propia existencia. Mi vida vale el cuerpo y la sangre del Hijo de Dios; mi vida ha sido objeto del increíble amor del Padre de las misericordias. Por eso, mi vida tiene un valor en la historia de la salvación. Como cristiano he sido injertado en el misterio de Cristo y voy reproduciendo día a día los misterios de Cristo, como diría san Juan Eudes:

    “El Hijo de Dios quiere llevar a término en nosotros los misterios de su encarnación, de su nacimiento, de su vida oculta, formándose en nosotros y volviendo a nacer en nuestras almas por los santos sacramentos del bautismo y de la sagrada eucaristía, y haciendo que llevemos una vida espiritual e interior, oculta con él en Dios. Quiere completar en nosotros el misterio de su pasión, muerte y resurrección, haciendo que suframos, muramos y resucitemos con él y en él”.

    Así pues, injertados en Cristo, por el bautismo, vamos reproduciendo con nuestra vida su misterio, vamos completando en nosotros lo que falta a la pasión de Cristo. ¡Que nadie se sienta excluido! ¡Que todos hoy perciban el valor de su vida cristiana escondida con Cristo en Dios! La contemplación de la cruz debe ponernos nuevamente en pie y por los caminos de la misión. Cristo en cruz me ha asociado a su misterio de cruz y a su gloriosa resurrección.


    2. El abandono en la voluntad de Dios. Este día nos ofrece la ocasión de renovar nuestra incondicional adhesión a la voluntad de Dios, aunque esta voluntad me exija desprendimiento y sacrificio. George Bernanos en una página célebre de su “diálogo de las carmelitas” hace exclamar a la madre María de la Encarnación:

    Una sola cosa importa,
    y es que valientes o cobardes,
    nos hallemos, siempre, en donde Dios nos quiere,
    fiándonos del Él para el resto.
    Sí, no hay otro remedio para el miedo
    que arrojarse ciegamente en la voluntad de Dios,
    a la manera que un ciervo perseguido por los perros,
    se arroja en el agua fresca y negra.

    (Madre María de la Encarnación a Sor Blanca).

    Octavio Ortiz

    Fuente Catholic Net





    JUEVES SANTO

    Jueves Santo
    Jueves en que Cristo instituyó el sacramento de la Eucaristía, también conocido como la Última Cena.
    Jueves Santo
    Jueves Santo
    Significado de la celebración

    El Jueves Santo se celebra:
  • la Última Cena,

  • el Lavatorio de los pies,

  • la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio

  • la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní.
  • En la mañana de este día, en todas las catedrales de cada diócesis, el obispo reúne a los sacerdotes en torno al altar y, en una Misa solemne, se consagran los Santos Óleos que se usan en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los Enfermos.

    En la Misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena.

    a)Lecturas bíblicas:

    Libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14; Primera carta del apóstol San Pablo a los corintios 11, 23-26; Evangelio según San Juan 13, 1-15.

    b)La Eucaristía

    Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía, para guiarnos en el camino de la salvación.
    Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa, Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y comprometámonos a servir a nuestros hermanos.

    c)El lavatorio de los pies

    Jesús en este pasaje del Evangelio nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe en Él. Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio. Debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como servidores unos de otros.

    d)La noche en el huerto de los Olivos

    Lectura del Evangelio según San Marcos14, 32-42.:

    Reflexionemos con Jesús en lo que sentía en estos momentos: su miedo, la angustia ante la muerte, la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él. Las virtudes que nos enseña Jesús este día, entre otras, son la obediencia, la generosidad y la humildad.

    Los monumentos y la visita de las siete iglesias

    Se acostumbra, después de la Misa vespertina, hacer un monumento para resaltar la Eucaristía y exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles.
    La Iglesia pide dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, un acompañar a Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus monumentos. Este es un día solemne.

    En la visita de las siete iglesias o siete templos, se acostumbra llevar a cabo una breve oración en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con nosotros. Esto se hace en siete templos diferentes y simboliza el ir y venir de Jesús en la noche de la traición. Es a lo que refieren cuando dicen “traerte de Herodes a Pilatos”.

    La cena de pascua en tiempos de Jesús

    Hace miles de años, los judíos vivían en la tierra de Canaán, pero sobrevino una gran carestía y tuvieron que mudarse a vivir a Egipto, donde el faraón les regaló unas tierras fértiles donde pudieran vivir, gracias a la influencia de un judío llamado José, conocido como El soñador.

    Después de muchos años, los israelitas se multiplicaron muchísimo en Egipto y el faraón tuvo miedo de que se rebelaran contra su reino. Ordenó matar a todos los niños varones israelitas, ahogándolos en el río Nilo. Moisés logró sobrevivir a esa matanza, pues su madre lo puso en una canasta en el río y fue recogido por la hija del faraón.
    El faraón convirtió en esclavos a los israelitas, encomendándoles los trabajos más pesados.

    Dios eligió a Moisés para que liberara a su pueblo de la esclavitud. Como el faraón no accedía a liberarlos, Dios mandó caer diez plagas sobre Egipto.

    La última de esas plagas fue la muerte de todos los primogénitos del reino.
    Para que la plaga no cayera sobre los israelitas, Dios ordenó a Moisés que cada uno de ellos marcara la puerta de su casa con la sangre de un cordero y le dio instrucciones específicas para ello: En la cena, cada familia debía comerse entero a un cordero asado sin romperle los huesos. No debían dejar nada porque al día siguiente ya no estarían ahí. Para acompañar al cordero debían comerlo con pan ázimo y hierbas amargas. La hierbas amargas ayudarían a que tuvieran menos sed, ya que tendrían que caminar mucho en el desierto. El pan al no tener levadura no se haría duro y lo podían llevar para comer en el camino. Les mandó comer de pie y vestidos de viaje, con todas sus cosas listas, ya que tenían que estar preparados para salir cuando les avisaran.

    Al día siguiente, el primogénito del faraón y de cada uno de los egipcios amaneció muerto. Esto hizo que el faraón accediera a dejar a los israelitas en libertad y éstos salieron a toda prisa de Egipto. El faraón pronto se arrepintió de haberlos dejado ir y envió a todo su ejército para traerlos de nuevo. Dios ayudó a su pueblo abriendo las aguas del mar Rojo para que pasaran y las cerró en el momento en que el ejército del faraón intentó pasar.

    Desde ese día los judíos empezaron a celebrar la pascua en la primera luna llena de primavera, que fue cuando Dios los ayudó a liberarse de la esclavitud en Egipto.
    Pascua quiere decir “paso”, es decir, el paso de la esclavitud a la libertad. El paso de Dios por sus vidas.

    Los judíos celebran la pascua con una cena muy parecida a la que tuvieron sus antepasados en la última noche que pasaron en Egipto.

    Las fiesta de la pascua se llamaba “Pesaj” y se celebraba en recuerdo de la liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto. Esto lo hacían al llegar la primavera, del 15 al 21 del mes hebreo de Nisán, en la luna llena.

    Los elementos que se utilizaban en la cena eran los siguientes:

  • El Cordero: Al salir de Egipto, los judíos sacrificaron un cordero y con su sangre marcaron los dinteles de sus puertas.


  • Karpas: Es una hierba que se baña en agua salada y que recuerda las miserias de los judíos en Egipto.


  • Naror: Es una hierba amarga que simboliza los sufrimientos de los hebreos durante la esclavitud en Egipto. Comían naror para recordar que los egipcios amargaron la vida sus antepasados convirtiéndolos en esclavos.


  • Jarose: Es una mezcla de manzana, nuez, miel, vino y canela que simboliza la mezcla de arcilla que usaron los hebreos en Egipto para las construcciones del faraón.


  • Matzá: Es un pan sin levadura que simboliza el pan que sacaron los hebreos de Egipto que no alcanzó a fermentar por falta de tiempo.


  • Agua salada: Simboliza el camino por el Mar Rojo.


  • Cuatro copas de vino: Simbolizan cuatro expresiones Bíblicas de la liberación de Israel.


  • Siete velas: Alumbran dan luz. Esta simbolizan la venida del Mesías, luz del mundo.


  • La cena constaba de ocho partes:

    1. Encendido de las luces de la fiesta: El que presidía la celebración encendía las velas, todos permanecían de pie y hacían una oración.

    2. La bendición de la fiesta (Kiddush): Se sentaban todos a la mesa. Delante del que presidía la cena, había una gran copa o vasija de vino.
    Frente a los demás miembros de la familia había un plato pequeño de agua salada y un plato con matzás, rábano o alguna otra hierba amarga, jaroses y alguna hierba verde.

    Se servía la primera copa de vino, la copa de acción de gracias, y les daban a todos los miembros de la familia. Todos bebían la primera copa de vino. Después el sirviente presentaba una vasija, jarra y servilleta al que presidía la celebración, para que se lavara sus manos mientras decía la oración. Se comían la hierba verde, el sirviente llevaba un plato con tres matzás grandes, cada una envuelta en una servilleta. El que presidía la ceremonia desenvolvía la pieza superior y la levantaba en el plato.

    3. La historia de la salida de Egipto (Hagadah) Se servían la segunda copa de vino, la copa de Hagadah. Alguien de la familia leía la salida de Egipto del libro del Éxodo, capítulo 12. El sirviente traía el cordero pascual que debía ser macho y sin mancha y se asaba en un asador en forma de cruz y no se le podía romper ningún hueso. Se colocaba delante del que presidía la celebración les preguntaba por el significado de la fiesta de Pesaj. Ellos respondían que era el cordero pascual que nuestros padres sacrificaron al Señor en memoria de la noche en que Yahvé pasó de largo por las casas de nuestros padres en Egipto. Luego tomaba la pieza superior del pan ázimo y lo sostenía en alto. Luego levantaba la hierba amarga.

    4.Oración de acción de gracias por la salida de Egipto: El que presidía la ceremonia levantaba su copa y hacía una oración de gracias. Colocaba la copa de vino en su lugar. Todos se ponían de pie y recitaban el salmo 113.

    5. La solemne bendición de la comida: Todos se sentaban y se bendecía el pan ázimo y las hierbas amargas. Tomaba primero el pan y lo bendecía. Después rompía la matzá superior en pequeñas porciones y distribuía un trozo a cada uno de los presentes. Ellos lo sostenían en sus manos y decían una oración. Cada persona ponía una porción de hierba amarga y algo de jaroses entre dos trozos de matzá y decían juntos una pequeña oración.

    6. La cena pascual: Se llevaba a cabo la cena.

    7. Bebida de la tercera copa de vino: la copa de la bendición.- Cuando se terminaban la cena, el que presidía tomaba la mitad grande de la matzá en medio del plato, la partía y la distribuía a todos los ahí reunidos. Todos sostenían la porción de matzá en sus manos mientras el que presidía decía una oración y luego se lo comían. Se les servía la tercera copa de vino, “la copa de la bendición”. Todos se ponían de pie y tomaban la copa de la bendición.

    8. Bendición final: Se llenaban las copas por cuarta vez. Esta cuarta copa era la “Copa de Melquisedec”. Todos levantaban sus copas y decían una oración de alabanza a Dios. Se las tomaban y el que presidía la ceremonia concluía la celebración con la antigua bendición del Libro de los Números (6, 24-26).


    Sugerencias para vivir esta fiesta:
  • Dedicar un tiempo a la adoración a la Eucaristía

  • Hacer la visita de las siete casas.


  • Tere Fernandez
    Fuente Catholic Net

    8.3.09

    LOS NÚMEROS EN LA BIBLIA



    Números en la Biblia

    ¿hay que tomarlos en cuenta?
    Dios habla en la Escritura, en la Biblia por medio de hombres y en lenguaje humano

    La Biblia es la historia apasionada del amor de Dios a los hombres, la historia de un Dios que no se cansa de buscar formas para salvar a los hombres, a pesar del olvido y la traición de ellos. Este debe ser el espíritu con que debemos leer la Biblia para aplicarla a la vida diaria. Si queremos buscar en la Biblia la explicación del futuro del mundo, a la manera de un horóscopo o de una quiromántica, estamos errados desde el principio. Por ello, decía Orígenes: “Lo que viene del Espíritu sólo es plenamente percibido por la acción del Espíritu”. Si queremos entender y aplicar la Biblia a la vida diaria, hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que fue escrita.

    Dios quiere darnos a conocer su mensaje de salvación. Pero Dios habla en la Escritura, en la Biblia por medio de los hombres y en lenguaje humano. Por lo tanto, quien interpreta la Escritura para conocer lo que Dios quiso comunicarnos debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y lo que Dios da a conocer con dichas palabras. Muchos de los autores usan metáforas, símbolos, números para darnos a conocer ese mensaje de Dios. Para descubrir la intención del autor en esas metáforas, símbolos o números hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios, pues el mensaje que Dios quiere dejarnos se presenta y se enuncia de modo diverso. Habrá que tomar en cuenta además los modos de pensar, de expresarse, las formas de narrar las cosas, los acontecimientos que se usaban en el tiempo del escritor, así como las expresiones que se solían emplear en la conversación ordinaria, los significados que ciertas imágenes, metáforas o números evocaban en la mente de los lectores o de los oyentes de la época.
    Los números en la Biblia tienen su significado de acuerdo con la interpretación que debemos hacer de ellos, interpretación basada en el contexto cultural en el que escribe el autor. “Setenta veces siete” para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI no significa otra cosa que cuatrocientos noventa, pero para el semita, por el contexto en el que vivía, el número siete era símbolo, imagen de la plenitud: en siete días Dios creó el Universo entero. Conociendo esos giros lingüísticos podemos saber cuál es la intención del autor, que es la intención de Dios, y de esa manera entender que “setenta veces siete” quiere decir sin límite. De esta forma podré aplicar el “número” de “setenta veces siete” a mi vida diaria, a través del perdón sin límite que otorgaré a mi prójimo. ¿Debemos tomar en cuenta los números en la Biblia para la vida diaria? Sí, siempre y cuando conozcamos su significado y entendamos el Espíritu con el que fueron escritos.


    Algunos números en la Biblia y su significado


    Para nosotros los números tienen un significado muy distinto a los números que leemos en la Biblia.

    En la Biblia los números tienen tres significados distintos: cantidad, simbolismo y mensaje.

    Primer sentido: LA CANTIDAD

    Es un significado parecido al nuestro. Por ejemplo veamos en estas citas: 1 Reyes 18; 2Rey 22,1 ; 1 Reyes 4, 7; Jn 11,18 . Estos números no son simbólicos ni encierran ningún mensaje oculto. Simple y llanamente se refieren a la cantidad de años, personas o distancia mencionadas en el texto.

    En este significado no hay lugar para la confusión: lo que el número dice es lo que quería decir el autor.

    Segundo sentido: EL SIMBOLISMO

    Un número simbólico es aquel que no indica una cantidad, sino que expresa una idea, un mensaje distinto de él, que lo supera y lo desborda.

    No siempre es posible saber por qué tal número significa "tal" cosa. La asociación entre ambas realidades a veces es desconocida. Para nosotros los occidentales esto es difícil de entender, pero los semitas los usaban con toda naturalidad para transmitir ideas, mensajes o claves.

    La Biblia no explica nunca qué simboliza cada número, pero los estudiosos han llegado a averiguar algunos de sus simbolismos y han podido aclarar muchos episodios bíblicos.

    El número 1 simboliza a Dios, que es único. Por ello indica exclusividad, primado, excelencia: Mt 19,17; Mt 19,17; Mt 19,6; Jn 10,30; Gál 3,28; Ef 4,5 En todos estos casos, el uno simboliza el ámbito divino.

    El número 2 representa al hombre, pues en él hay siempre dualidad, división interior por culpa del pecado. Mt 20,30; Mt 26,60-61

    El número 3 representa "totalidad", quizá porque 3 son las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. Decir 3 equivale a decir "la totalidad" o "siempre". Gn 6,10 Mt 26,34 Is 6,3

    El número 4 en la Biblia simboliza el cosmos, el mundo, ya que son 4 los puntos cardinales. Cuando se dice que en el Paraíso había 4 ríos (Gn 4,10) significa que todo el cosmos era un Paraíso antes del pecado de Adán y Eva. O sea, no se trata de un sitio determinado, aunque algunos continúen buscando dónde estaba. Ez 37,9; Apoc 4,6

    El número 5 significa "algunos", "unos cuantos", una cantidad indefinida. Así, se dice que en la multiplicación de los panes Jesús tomó 5 panes (=algunos panes). Que en el mercado se venden 5 pajarillos por dos monedas (=algunos pajaritos)... 1 Cor 14,19

    El número 7 tiene el simbolismo más conocido de todos. Representa la perfección. Por eso Jesús dirá a Pedro que debe perdonar a su hermano hasta 70 veces 7. También puede expresar la perfección del mal, o el sumo mal, como cuando Jesús enseña que si un espíritu inmundo sale de un hombre puede regresar con otros 7 espíritus peores, o cuando el evangelio cuenta que el Señor expulsó 7 demonios de la Magdalena.
    El Apocalipsis es el que más lo emplea: 54 veces para describir simbólicamente las realidades divinas: las 7 Iglesia del Asia, los 7 espíritus del trono de Dios, las 7 trompetas, los 7 candeleros, los 7 cuernos, etc.

    La tradición cristiana continuó este simbolismo del 7, y por eso fijó en 7 los sacramentos, los dones del Espíritu Santo, las virtudes.

    El número 10 tiene un valor que sirve para recordar. Al ser 10 los dedos de las manos, resulta fácil recordar esta cifra. Por eso figuran como 10 los mandamientos que Yahvé dio a Moisés (podrían haber sido más), y 10 las plagas que azotaron a Egipto. También por esta razón se ponen sólo 10 antepasados entre Adán y Noé, y 10 entre Noé y Abraham, aun cuando sabemos que existieron muchos más.

    El número 12 es también simbólico. Significa "elección". Por eso se hablará de las 12 tribus de Israel, cuando en realidad el Antiguo Testamento menciona más de 12; pero con esto se quiere decir que eran tribus "elegidas". Igualmente se agruparán en 12 a los profetas menores del Antiguo Testamento. También el Evangelio mencionará 12 apóstoles de Jesús, que resultan ser más de 12 si comparamos sus nombres; pero se los llama "Los Doce" porque son los elegidos del Señor. Asimismo Jesús asegura tener 12 legiones de ángeles a su disposición (Mt 26,53). El Apocalipsis hablará de 12 estrellas que coronan a la Mujer, 12 puertas de Jerusalén, 12 ángeles, 12 frutos del árbol de la vida.

    El número 40 tiene también valor simbólico. Representa el "cambio", de un período a otro, los años de una generación. Por eso el diluvio dura 40 días y 40 noches (pues es el cambio hacia una nueva humanidad). Los israelitas están 40 años en el desierto (hasta que cambia la generación infiel por otra nueva). Moisés permanece 40 días en el monte Sinaí, y Elías peregrina otros 40 días hasta allí (a partir de lo cual sus vidas cambiarán). Jesús ayunará 40 días (porque es el cambio de su vida privada a su vida pública).

    El número 1.000 significa multitud, gran cantidad: Dan 5,1; Salm 90; 1 Rey 3,4; 1 Rey 11,3. A veces este número puede entrar en combinación con otros. Así, en el Apocalipsis dice simbólicamente que al final del mundo se salvarán 144.000 elegidos, porque es la combinación de 12x12x1.000, y significan los elegidos del Antiguo Testamento (12), y los elegidos del Nuevo Testamento (12), en una gran cantidad (x1.000).

    Quedan otros números simbólicos como el 70. San Lucas dice que Jesús eligió a 70 discípulos para enviarlos a todos los lugares y sitios por donde él tenía que pasar (Lc 10,1). No está dando una cifra real, sino simbólica, ya que según Gén 10, el total de los pueblos y naciones que existían en el mundo era 70. Cuando Lucas dice esto, lo que quiso decir es que los mandó para que el evangelio llegara a todas las naciones del mundo.

    También vemos otra cifra en Jn 21,11 ¿Por qué tanto interés en dejar registrado el número de 153 peces? Es que en la antigüedad se creía, entre los pescadores, que 153 era el número de peces que existía en los mares. El mensaje es claro: Jesús vino a salvar a gente de todas las naciones, razas y pueblos del mundo.

    No todos los números en la Biblia son simbólicos, ante cada cifra tenemos que preguntarnos ¿esta cifra indica cantidad o encierra un mensaje?

    Tercer sentido: EL MENSAJE (sentido gemátrico).

    En las lenguas hebrea y griega las letras tienen un valor numérico. Así el 1 sería la A, el 2 la B, etc.

    El número obtenido con la combinación de letras se llama gemátrico. En cada cifra podía haber escondida una palabra. La Biblia trae varios ejemplos de estos números gemátricos.

    Por ejemplo: Cuando salieron los israelitas de Egipto dicen que salieron 603.550 hombres, sin contar mujeres y niños, pero si sustituimos las letras de la frase "todos los hijos de Israel" (en hebreo: rs kl bny ysr´l) por sus correspondientes valores numéricos da precisamente 603.550, con lo cual lo que están diciendo es que salieron "todos los hijos de Israel".

    Mt 1,17 divide a los antepasados de Jesús en tres series de 14 generaciones cada una. Pero esto es imposible. Mateo sólo pone tres nombres para cubrir los 430 años de esclavitud en Egipto. Lo que ocurrió fue que tomaron el nombre de David (D=4+V=6+D=4=14) Y como se esperaba que el Mesías fuera descendiente de David, el evangelista quiso decir que Jesús es el "triple David", el Mesías total, verdadero descendiente de David.

    El más conocido de estos números gemátricos es el famoso 666 en Apocalipsis 13,18. El mismo libro aclara que se trata de la cifra de un hombre. Ese hombre es el emperador Nerón. Si transcribimos "Nerón César" en hebreo obtenemos: N=50+R=200+W=6+N=50+Q=100+S=60+R=200= 666.